boceto con la nariz
Italia - Caroline
Huele a asfalto cocido al sol, y cuando te detienes, los olores se vuelven más precisos o más fácilmente localizables: el olor áspero de la orina de perro secándose en el borde de una acera cercana a la izquierda, la panadería un poco más allá a la derecha escupiendo sus olores cálidos, dulces y redondos de bollería y fruta confitada a través de la rejilla de ventilación a ras de suelo, y detrás de mí un gran pino esparce un ligero olor a savia.
© Caroline Bouissou
En estos puntos que fijan el paisaje, las travesías son movimientos agitados, coloreados, que se imponen por su fuerza y a veces su persistencia en un paisaje que ya está cargado: un perfume que pasa, el olor de un tubo de escape... el calor exacerba cada uno de los olores.
© Caroline Bouissou
Hay olor a hierba fresca, la que pisamos para llegar al banco, y en el fondo un olor más seco, perfumado como la santolina, pero no puedo identificar su fuente.
el origen. Estoy sentado en el banco, en la hondonada que hay tras una pequeña elevación cubierta de hierba. El viento viene del otro lado de la carretera y es un poco yodado. Intento estrechar el marco de mi paisaje olfativo para definirlo mejor.
© Caroline Bouissou
Dos olores de sudor el mío y el de mi vecino un poco fuertes. El vecino de la derecha coge un chicle de menta y lo hace burbujear, aportando bocanadas de olor fresco. Desde unos asientos delanteros un hedor invade a varios pasajeros que lo expresan con un refunfuño. El aire se enciende en varias filas y ya no se puede oler el sudor ni la menta durante un rato, el olor desagradable lo ha cubierto todo. ¿Es porque es desagradable o porque cubre a las demás?