Atestiguar que varios individuos comparten una experiencia olfativa es todo un reto, debido a obstáculos teóricos y metodológicos que a menudo se presentan como irreductibles. Tras una breve discusión sobre la realidad de esta irreductibilidad, intentamos superar algunos de estos obstáculos distinguiendo entre espacios olorosos y espacios olfativos. Mientras que un espacio oloroso puede objetivarse y, por tanto, compartirse, un espacio olfativo no, ya que se trata de una experiencia subjetiva. Sin embargo, es probable que el efecto invasor de las moléculas olorosas, más concretamente de las que provocan "malos olores", atenúe esta subjetividad y, al mismo tiempo, facilite que se comparta un espacio olfativo. Nuestro argumento se basa en encuestas etnográficas realizadas en Brasil, China e India y en investigaciones realizadas en geografía sobre la espacialización de las molestias olfativas.

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