despacho de neurociencia, Valrose, Niza, Francia
con Gabriel Gandolfo
Los viejos pasillos odorantes conducen a salas de conferencias que nunca son lo suficientemente grandes, donde los estudiantes se amontonan y los olores cambian dependiendo de lo abarrotadas que estén.
© Caroline Bouissou
La tiza, el plástico que cubre el suelo y los cables, a veces el aliento del proyector, el sudor, el champú, el perfume... contrastan con el olor de la oficina más estable que se dibuja en una mezcla de papel y el propio del edificio, el lugar tiene un olor.
© Caroline Bouissou